ROMANCE DE LA LUNA TUCUMANA (2013)
1. Canción de las simples cosas
2. Naranjo en flor
3. Los mareados
4. Milonga de Martín Fierro
5. Déjame que me vaya
6. Romance de la luna Tucumana
7. Siempre París
8. Por una cabeza
9. Balderrama
10. Nieblas del riachuelo
11. Canción para un niño en la calle
Cuando terminé Cigala&Tango me dolía haber dejado fuera canciones como Naranjo en flor, Los mareados, etc. Algunos tangos esenciales. Me quedé con ganas de más.
A la vez, en mis viajes a la Argentina fui profundizando en el repertorio de Mercedes Sosa, me hice fanático. Y a través de ella me llegó Balderrama y conocí la chacarera Déjame que me vaya, Canción de las simples cosas o el Romance de la luna tucumana, de Atahualpa Yupanqui y Pedro Aznar. Y Andrés Calamaro me hizo conocer a Martín Fierro y la milonga.
Con este repertorio en mi mente tuvo lugar un encuentro propiciado por mi amigo Andrés, que me invitó a su concierto en el Auditorio de México D. F. en 2010. Allí conocí a Diego García el Twanguero, uno de sus guitarristas. Fue un encuentro efímero, pero en el que yo le hice saber mi intención de grabar Naranjo en flor. Un año más tarde me envió el arreglo que podéis escuchar en el disco. Él lo había grabado y me invitó a cantarlo en su álbum Twanguero.
Yo estaba fascinado con el repertorio, pero no quería hacer otro Cigala&Tango, y en Diego García y su guitarra eléctrica, sonido twang, encontré lo que estaba buscando, un sonido diferente para acercarme al repertorio argentino desde otro registro. La idea tenía todos los condimentos que necesito; la aventura y el reto musical estaban servidos. Yo con guitarra eléctrica… No fue fácil de digerir.
Afortunadamente, Diego García, que por ese tiempo estaba viviendo en Buenos Aires para estudiar el tango, iba a pasar una temporada en Madrid (verano de 2012), así que le invité a mi casa y sin objetivos empezamos a improvisar. Todo fluía, las versiones empezaron a materializarse rápidamente.
Pensando que el invento era digno de ser escuchado fuera del estudio, el universo siguió confabulando a nuestro favor y apareció caído del cielo el maestro Changuito, leyenda viva de la percusión. Con él ya había grabado Dos lágrimas y girado durante mucho tiempo, y aunque él vive en La Habana por cosas del destino, apareció en Madrid.
Avisamos a Yelsy Heredia, mi contrabajista de muchos años, y a Isidro Suarez, que, junto al maestro Changuito, forman el corazón rítmico del disco. El mestizaje era total: mis debilidades musicales –Cuba y Argentina juntas– transformándose en algo nuevo, con el condimento añadido del sureño sonido twang a cargo de la Gibson 295 de Diego García.
Hemos disfrutado todo el verano de lo que el destino nos trajo a Madrid. No había nada previsto y la música llegó a nosotros y nos puso en el mismo lugar para hacer este trabajo.
Cuando llegó el otoño empezamos una gira americana por Venezuela, Colombia, Ecuador, Uruguay, Argentina, Chile, Perú, República Dominicana, Costa Rica, Panamá y EE. UU.; los últimos conciertos en América de Cigala&Tango.
Siempre me gustó probar mis experimentos con otras tierras en ellas mismas, justo donde podría recibir las peores críticas, porque no quisiera lanzar algo al mercado que pudiese ofender a los patrios. Con este ánimo de prueba definitiva invité al TwangueroDiego García a los 12 conciertos que teníamos en Argentina. Así podíamos mostrar cinco de los temas nuevos para ver qué pasaba...
Nosotros disfrutamos grandemente de esa sensación de prueba superada y esto fue lo que dijo la prensa:
‘La Nación’, 25 de septiembre de 2012
«… Y hasta muestra al público porteño otro de sus hallazgos más recientes cuando invita a Diego García para que toque por milonga los versos del Martín Fierro. La guitarra slide de García y el groove denso de la milonga arman una sociedad perfecta con la voz de El Cigala. Se percibe. El tándem Cigala y García, flamenco y milonga, puede ser otro capítulo sonoro nuevo, como el que inauguró junto con Bebo Valdés en Lágrimas negras».
‘La Capital’, 24 de septiembre de 2012
«El teatro colmado generó un excelente clima y el concierto arrancó con “Garganta con arena”, en una versión en la que se lució el guitarrista Diego García, que no abandona el vibrato y aporta nuevos matices a la propuesta del cantaor.
»Con un público entregado a su encanto, el artista madrileño abordó versos del Martín Fierro con música de milonga surera, con lo que elevó su apuesta a la experimentación desde el flamenco, con ritmos como el tango, el bolero, y en este caso, con el poema argentino por antonomasia».
‘Día a Día’, 3 de octubre de 2012
«Por el malecón de La Habana; por Caminito en La Boca; en un atardecer húmedo de New Orleans y por el multiétnico barrio madrileño de Lavapiés: Diego “El Cigala” flota por todos esos paisajes con su musicalidad, borrando fronteras con elegancia y embrujo.
»Este mago del cante flamenco hace suyo todo lo que toca, y lo mejor, lo convierte en oro.
»… Pero la cosa va aumentando de intensidad con el ingreso del violero español Diego García y su sonido de blues y rock de los ’50.
»… Ahí tiró una punta sobre lo que se viene con una musicalización de pasajes del Martín Fierro que resultó fascinante».
‘Los Andes’, 5 de octubre de 2012
«Él era el protagonista, es verdad. A pesar de ello, en más de una oportunidad, supo fundirse en aplausos eternos con el público para ovacionar al guitarrista Diego García Gallardo. Un invitado que no parecía humano por la destreza con la que manejaba su instrumento. Todos los músicos fueron muy aplaudidos pero éste no dejaba de sorprender cada vez que irrumpía en el escenario».
‘Andino’, 6 de octubre de 2012
«El concierto tuvo otro punto fuerte con la participación del guitarrista Diego García (tocó con Calamaro) sobre el escenario, quien le hizo soltar a su herramienta musical un sonido entre hawaiano y folk norteamericano que dejó a todos boquiabiertos. Entre otros temas que interpretaron junto a El Cigala, la milonga con estrofas del Martín Fierro se convirtió en la gema de la noche».
En los dos conciertos que di en el Gran Rex de Buenos Aires, donde grabé Cigala&Tango, invité a Adriana Varela el primer día y a Diego Torres el segundo, ambos grandes artistas y amigos. Con Diego Torres cantamos Esa maldita luna. Es un grande, le agradezco tanto la oportunidad de estar en su compañía como que aceptara compartir escenario.
Con la Gata Varela, Adriana, arde el tango, ella es puro fuego, ¡fuerza de la naturaleza!
Le heredera espiritual del Polaco Goyeneche se las sabe todas: una maestra del tango, vida y obra donde las haya. Yo le confesé que me fascinaba el tango Por una cabeza, de Gardel y Lepera, pero que no me había decidido a grabarlo porque una de las partes me resultaba incómoda, a lo que ella, también confesando, me dijo: «Yo nunca lo he cantado por todo lo contrario».
Era obvio que debíamos grabarla juntos. Así fue, y aquí tenemos nuestro Por una cabeza en el track número 8. Es para mí un gran honor contar con la voz de Adriana, maestra de su arte, y solo puedo decirles a quienes no la conozcan que busquen el tangoLa gata Varela, escrito en su honor por Cacho Castaña, para saber más de ella...
Acabó 2012 entre mezclas y demás detalles para cerrar el Romance de la luna tucumana. En los primeros días de 2013 me pude volver a reunir con Diego García, que seguía viviendo en Buenos Aires y pasaba unos días por Madrid, para chequear la mezcla de las guitarras y estructurar el directo con la banda. Esos días lo que más sonaba en mi casa era mi hijo Rafael cantando o haciendo sonar la versión de Canción para un niño en la calle que Mercedes Sosa y René Pérez, de Calle 13, grabaron para el álbum Cantora.
Los versos de Armando Tejada nos tenían obsesionados y finalmente la añadimos a última hora. Después vino la idea... El tema estaba grabado en el mismo tono que la versión de Cantora; ¿sería posible obtener los permisos para incluir la voz de Mercedes?
Empezamos los contactos y Fabián, Elmatus, hijo de Mercedes, fue todo voluntad. Le enviamos mi versión, nos facilitó todo lo necesario y en este mes de marzo paralizamos la masterización para incluir la voz que, como gran regalo final, nos llegó del más allá.
¡Gracias, Mercedes, gran madre de América!